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domingo, 7 de octubre de 2012

Romance: EL GATO SERRANO

Donde se relata la increíble historia de un gatito que vivía en un tranquilo pueblo serrano. Una noche, cuando volvía de rondar a su novia, murió aplastado bajo las ruedas de un ciclomotor. El conductor imprudente y gaticida demandó al minino y una insólita sentencia condeno al pobrecito animal a pagar las costas del juicio y una importante indemnización: Más de un millón de las antiguas pesetas por cada vida gatuna.



Pero el gato muerto no caza ratones ni acata sentencias, así es que, obligado por un juez castellano, el Concejo tuvo que sufragar esta importante cantidad de euros a cargo de los fondos municipales. El Corregidor invocó al Sacro Colegio Cardenalicio y al Sacratísimo Arzobispo de Constantinopla, pero de nada sirvió. El Ayuntamiento hubo de pagar los ocho millones del ala.

En el cielo de los animales se han reunido todos los gatos y le han pedido a San Juan Evangelista que el juez, el mozo matagatos y el picapleitos que inicio el proceso, pasen el resto de sus noches maullando y que les crezcan las uñas vara y media cada semana. Y es que dicen las buenas gentes que los gatos segovianos son orgullosos y vengativos. Que Dios nos libre de sus iras.

En fin que si la historia les gusta les pido que me escuchen en silencio y aplaudan al final. Y si no les gusta... Bueno, de todas formas, gracias.


Comencemos...

Si me escuchan con atención
una historia les contara
que aconteció hace poco tiempo
por estas tierras serranas.

En un pueblo muy tranquilo
a dos leguas de Segovia
un gatito enamorado
iba a rondar a su novia.


Desde las calles
y los tejados
al aire llegan maullidos apasionados.

Poco antes de la media noche
dulcemente caminaba,
y fue a cruzar la carretera
a reunirse con su amada.

Malhaya su mala suerte,
malhaya su suerte amarga
que al regolver una esquina
un gran ruido le asustara.

Ni el mismo diablo
que aquí viniere
al gato negro más temores produjere.

Y vio acercarse un artilugio


motorista lo cabalga
que avanzaba por una calle
a velocidad endiablada.

No pudo esquivar el golpe
una rueda lo aplastaba
murió sin decir ni miau
por causas motorizadas.

Quedóse el gato
en la calzada
y el mequetrefe y la su moto destrozada.

Nadie socorrió al motorista
pestes la gente le echaba
que lo mismo atropella a un gato
que a un niño o a una criada.

Y al otro día siguiente
un letrado se buscara
para demandar al gato
daños y lesiones varias.

Y el gaticida
muy contrariado
llevó el asunto hasta los más altos juzgados.

Al gato había que hacer la autopsia,
pero el cadáver faltaba,
hay quien dice que no murió
que seis vidas le quedaban.


Y el mozo atropellador
con su moto siniestrada
y los huesos doloridos
dueño del gato buscara.

Y si no hay dueño
¿quien fue el culpable?:
la moto, el gato o el motorista miserable.

Un juez dicta que ocho millones
de las antiguas pesetas
el Concejo debe pagar
al de la motocicleta.

Y el Corregidor no acata
la orden del juez castellano
y recurrió al arzobispo
constantinopolitano.

Que no hay derecho
ni fundamento
que un gato muerto arruine al Ayuntamiento.


Tan arbitraria decisión
tan sorprendente injusticia
fue recogida por la prensa
como insólita noticia.

Y acudieron a ese pueblo
radios y televisiones
para entrevistar al mozo
que gano así unos millones.

Pero el bellaco
compróse un coche
para matar un par de gatos cada noche.
Y aunque no diré su nombre
se hizo famoso el del gato
y hay quien dice que es el hermano
de Sofía Mazagatos.

Se publico en las revistas
que al Alcalde entrevistaron
y ha salido en los papeles
y hasta en el telediario.

Esta sentencia,
juro que es cierta
y que ha enojado hasta la misma Mujer Muerta.


Corregidores y alguaciles
clérigos, gente sensata,
han elevado una protesta
la sanción no sea aplicada.


Que un tribunal de justicia
de estas tierras castellanas
premie por matar un gato
es jurisprudencia mala.

Y es que el Alcalde
recurrió en vano
al Arzobispo Constantinopolitano.

La autoridad ha declarado
que una ordenanza prepara
un bando del Ayuntamiento
que al vecindario asombrara:

Que animales no anden sueltos
gatos, ratones, gallinas,
vacas, potros, chivos, burros,
ovejas, sapos, sardinas.

Que con cadenas
vayan atados
tras de sus dueños, si no serán sancionados.

Por eso a los que me escucharon
un consejo quiero dar
que si tienen perros o gatos
atados deben llevar.

Al final yo considero,
lo que el gato me enseñó
que jueces y picapleitos
contri-más lejos mejor.



Y aquí termino
la triste crónica
que hizo famoso a este pueblo de Segovia.

La Losa, 10 de septiembre de 2005
“El Méndigo Coplero”

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