imaginación

La imaginación es mas importante que el conocimiento

viernes, 4 de mayo de 2012

Leyenda de ORTIGOSA DEL MONTE

HERCULES que persiguió con su honda al asesino de la Mujer Muerta La leyenda surge de los amores entre una esbelta joven y dos pastores El viajero que llega hasta estos lugares se queda prendado de una colosal silueta que está adherida a la gigantesca sierra carpetana que como una serpiente se alarga interminablemente por diversas provincias. Vista desde lejos esta sierra se ven innumerables figuras recortadas en el horizonte pero quedase uno con especial fijeza mirando a una esbelta mujer tumbada que resalta por su belleza en toda su lejanía del horizonte. Seguramente será la sierra mas emblemática de toda la provincia de Segovia. Viéndola desde la zona de Santa María parece como una esbelta mujer en edad de desbravar que está tomando el sol en un paraje agreste. Viéndose desde la zona donde ocurrió la pelea de esta leyenda, parece como si esa joven hubiera envejecido un poco de tantos siglos de llevar en esa postura sepulcral, pues la historia sucedió hace cientos de años, cuando toda esta zona estaba habitada por gigantes, cuando nuestros ancestros eran personas corpulentas y descomunales, y utilizaban enseres enormes propios de titanes. La historia de este gigante Hércules, sucedió aquí en terrenos de Ortigosa del Monte, donde existen unos monumentales y enormes cantos, que fueron los que utilizó el titán para hacer huir a un pretendiente asesino de su amada, la desde entonces siempre conocida por la Mujer Muerta.
Pastaban los rebaños de dos pastores por estos frondosos lugares y entre cánticos y lanzamientos con honda vivían felices sin importarles mas. Pero comenzaron a fijarse los carnereros en una elegante joven de sonrisa imantada y adolescente mirar. Oficio este de pastor de mucho prestigio en aquella época de gigantes, e intentaron los hatajeros mostrar lo mejor de ellos y lo mejor de los rebaños ante tan juvenil y atractiva muchacha para conseguir sus amores. Presentábanse como mayoral o mansero insinuando que el otro adversario era un zagal o rabadán o mozo de andar bregando con ganado de otro por esta zona meseteña. Descalificábanse llamándose machorreros para así ganarse la mirada complacida de la joven. Y la joven se decidió por el mayoral Hércules, y así, cuando éste cerraba el hatajo en su redil y ponía la última telera, se reunía con la esbelta adolescente a pasar hermosos ratos de amor y bucólicas frases, pastoril mirada y suaves roces culminaban la tarde. La felicidad de este mansero hizo que crecieran sus rebaños de forma rápida y buena calidad en sus ganados. Así se decía: “carnero castellano, vaca gallega y arroz valenciano. CONTINUARA.

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