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La imaginación es mas importante que el conocimiento

martes, 8 de mayo de 2012

Leyenda de ORTIGOSA DEL MONTE 2ª parte

Pero llegaron los celos al otro ovejero que había sido despreciado por la muchacha de mirar alegre y pensó: “Ni para mí ni para nadie”. Y una noche estando la esbelta joven dormida en su postura supina la mató de una puñalada en el costado, manando al instante borbotones de sangre y donde hoy en día nace un río que se ve brillar en los amaneceres del verano. Cuando a la mañana siguiente vio Hércules tal desgracia, rugió de dolor y rabia y enfurecido sacó su honda,
que ya se sabe que “gente de montaña es gente de maña” y fue a buscar al criminal que había matado a su amada. Le encontró mas abajo, con su rebaño y comenzó a lanzarle piedras con la honda de tal tamaño y a tal velocidad que silbaban en el amanecer con un sonido originalísimo al penetrar en el aire. Comenzó a correr el homicida por temor a una descalabradura en la crisma y los cantos que lanzaba Hércules le perseguían con una brutal ferocidad, que mas de uno le dio en las espaldas, haciéndole tambalear al gigantesco y monumental pastor. Todos sabemos que Hércules fue luego a fundar Segovia y la Mujer Muerta permanece en postura supina desde tiempo desmemoriado, llamándose a la testa cerro de la Pinareja con 2194 metros de altitud, al vientre cerro del Oso, que no peña, que es otra y a los pies alto de Pasapán, donde se juntan cuatro coteras. Pero pocos saben que los cantos que lanzara el titán al perseguir al rehalero aún están hoy en su forma y medida original en Ortigosa del Monte y algunos a modo de menhir o dolmen que serán de altos como cuatro personas, descomunales pedruscos con formas redondeadas propios para la munición de la honda.
A estos cantos se les llama peñas por su tamaño y las mas grandes tienen su nombre como: peña Campanario, Cama la liebre, Matarrubias, peña el Gato o peña Redonda. Hay un pedrusco que llama poderosamente la atención, pues con su gigantesco tamaño de plomizo granito berroqueño que al menos pesará cuarenta toneladas y esta sujeto de manera tan curiosa que una sola persona, tan solo una, consigue moverle. A donde fueron a parar muchas de estas peñas se llama el paraje El Berrocal, para calificar la clase de piedras que utilizó el gigante en sus disparos. Y hay un cerro en esa zona que recordando época tan pastoril se llama cerro de la Cachiporra. También recuerda épocas ovejeras de inmensa riqueza una ancha cañada que bordea el cuerpo inerte y de postura sepulcral de la joven asesinada y se llama a esa cañada de “la Vera de la Sierra” o cañada Real y por ella pasaron en la antigüedad mayorales con sus descomunales rebaños, zagales y rabadanes con sus hatos o manadas y el resto de animales como mastines o acémilas y achiperres que movía esta ganadería.

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