imaginación

La imaginación es mas importante que el conocimiento

martes, 1 de mayo de 2012

Leyenda de OTERO DE HERREROS

EL SANTERO DE LA ADRADA Cortaba el cuello de los soldados franceses tras la invasión de España por las tropas napoleónicas y para acabar con los gabachos. Entre usted aquí ¡-decía el santero, un atardecer de invierno, habiendo guipado a un paseante, que arrecido de frio, alicaído y embozado en ropajes mugrientos y raidos, tapándose la cara con una chalina y en la mocha un rebujo de lana a modo de gorro, paseaba por delante de la ermita de La Adrada , allá en las frondosidades del Pedroso por donde tortuosamente discurre un rio que acompaña al nombre del pueblo. -¡Entre usted aquí!- le repetía el santero. Pues el caminante hacía negativa con la cabeza para no pararse en su arreado caminar y el santero levantándose del poyo en el cual estaba sesteando agalbanado a la puerta de su solitaria casa, se interpuso en el camino del haraposo y cortésmente le repitió: -¡Entre usted aquí buen hombre! Que hace frio, caliéntese un poco, tómese un trago de vino y unas raspas de jamón y luego continúe su camino. El caminante no contestó pero tampoco se pudo negar al ofrecimiento del santero que agarrándole del brazo le señalaba la puerta de su casa adosada a la ermita y con mira al poniente. La puerta de la casa delataba mucho lo que el amo que allí habitaba tenía como oficio. Diversos achiperres de segar, cavar o taladrar, oficios todos ellos rurales y herramientas para ellos. Así resaltaba a primera vista en la puerta de entrada una gran guadaña y varias hoces al lado todas ellas muy bien afiladas y con el acero brillante como si estuvieran recién limpias y era cierto que el santero limpiaba la herramienta todos los días. Había astiles para mangos, garios, garietas, picazas y batideras y un largo y variado escaparate de herramientas de las cuales el santero era un maestro y hacia un buen uso de ellas aunque a veces no las utilizaba para la misión que se habían creado.
Según van pasando los dos hacia los adentros de la casa el caminante hace unos gestos haciéndole ver al santero que no puede hablar, solo gesticular, o sea que es mudo. --¡Ya, ya ¡ --piensa el santero en voz baja sin admirarse de nada. –Si han pasado ciento y pico por aquí en distintos atardeceres y ¡qué casualidad! todos mudos, alguno que otro hasta tonto, otros hasta con algún patatús, aunque el patatús le va a dar a éste cuando acabe la velada de estar conmigo. CONTINUARA.............................

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